jueves, noviembre 27, 2008

La Question Sexuelle, Auguste-Henri Forel (1848-1931)






Muchas veces el discípulo se arranca con los tarros, se arriesga y le toma la delantera al maestro. Si no lo supera con creces, al menos logra inscribirse más sonoramente para la posteridad. Freud ganó la carrera con sus incisivas teorías, y relegó a los rincones polvorientos de las bibliotecas a uno de sus maestros, un peculiar psiquiatra y entomólogo suizo, más que un ideólogo de la sexualidad, un verdadero espeleólogo: Auguste-Henri Forel (1848-1931).

Ya en su tierna infancia, una de las obsesiones de Forel es la vida de las hormigas. Tras años de estudio y recopilación, sienta cátedra con el monumental Le Monde Social des Fourmis du Globe, Comparé a Celui de l’Homme (1921-1923), magna obra en 5 volúmenes, en la cual los laboriosos himenópteros representan un paradigma de organización socialista. El mamotreto le valió la rabieta ideológica de su colega y amigo británico Horace Donisthorpe:


“En particular protesto contra la utilización de las hormigas como un arma para la controversia política. En mi opinión, un estudio entomológico no es el medio adecuado para divulgar teorías políticas, y mucho menos para su patente defensa” (Prólogo de British Ants: Their Life History and Classification, Londres, 1927).

Pero el escrito capital del suizo es el revulsivo y contundente La Question Sexuelle (París, 1905), patada definitiva para consagrar una “ciencia del sexo”. Forel no ahorra nada y se explaya con profusión en toda la chimuchina de la sexualidad: la política, el arte, la religión, el derecho, la pedagogía, la medicina, ad hoc todo pasa
transversalmente por el colador sexual.

El libro fue un auténtico best seller de la época, y como tal, le correspondió el consabido ataque de ciertos grupos religiosísticos: “Con deliberada impudicia describe al hombre como un animal desarrollado, sin ninguna responsabilidad moral. De tal modo, demanda la legalización de conductas que han sido abominaciones incluso en el paganismo. Tal pensamiento es una aberración moral, una repugnante bruma que emana desde las pantanosas profundidades de la carne”.

Forel murió sin conocer la revolución sexual. Ni siquiera llegó a saber que poco después sus escritos fueron vetados por las chatas camisas pardas del Reich. Pero como (también) le dijo Galileo a Marina Gamba:



Eppur si muove!







“Aquí es donde interviene el chulo. Espía éste a los clientes en el domicilio de las prostitutas, y a veces también desde la calle. Si aquéllos se niegan a pagar o pagan demasiado poco, si profieren amenazas o maltratan a la mujer, surge entonces el “hombre” y les administra una paliza, cuando no les deja en ciertos casos sin portamonedas o sin ropa.”






Embriaguez amorosa.-
No puede desconocerse aquí el elemento sugestivo en el amor. Del mismo modo que un hipnotizado puede comerse con fruición una patata cruda por una naranja, un hombre locamente enamorado puede ver una diosa en una muchacha mala y fea, o, también, una muchacha enamorada encontrar el ideal de la caballerosidad y de la fuerza masculinas en un tenorio abominable y egoísta.”









“Degenera la sexualidad del rico con el lujo, los excesos, la holgazanería, y por el hecho de que ya está echado a perder desde su infancia. La del pobre no se deprava menos con la mala alimentación, las viviendas insalubres, la descuidada educación y los ejemplos viciosos que en él, el polo opuesto, tienen muchos puntos de contacto con los del rico; pues el explotador y el explotado se encuentran juntos en la cloaca del vicio.”





“Será conveniente retirarse de la vagina antes de que la verga esté completamente fláccida, y, al hacerlo, sujetar cuidadosamente el condón y el anillo entre dos dedos. Lávese en seguida todo ello en el agua de una jofaina, y se seca luego el condón por los dos lados, entre dos lienzos, apretando ligeramente. Basta insuflar entonces un poco de aire en el condón sostenido entre los dedos, y cerrarle después rápidamente, retorciéndole en su base, para que esté en condiciones de servir de nuevo. Se le deja así, lleno de aire, sobre un pedazo de paño de lana hasta el día siguiente. Por la mañana (de siete a diez horas después) se destuerce la abertura y se estira completamente antes de que se endurezca. El condón está entonces en condiciones de servir otra vez.”





Gazmoñería religiosa.- En algunos conventos (los de las monjas de Galicia, por ejemplo), las monjas prohíben a sus discípulas el lavarse los órganos sexuales, porque, según ellas dicen, ¡es indecente! En el Austria alemana suelen las monjas cubrir con un pañuelo los crucifijos de sus celdas “a fin de que el Cristo no vea su desnudez”.”






Formas del matrimonio.- Entre los singaleses, el número de niños es, ciertamente, superior al de niñas, mientras que en el Asia Menor, por lo contrario, nacen dos hembras, y en la Arabia hasta cuatro por cada varón. El árabe dice: “Alá nos ha dado más mujeres que hombres. Bien claro está, por lo tanto, que la poligamia es un mandamiento divino”.”





Derecho sexual. - Por más que el hombre tenga 120 o 130 gramos más de cerebro que la mujer y le sea superior por su facultad de combinación y de invención, este hecho no le suministra ningún motivo para conceder a su madre y a la compañera de su vida derechos inferiores a los suyos. La fuerza corporal de que está dotado le protegerá siempre lo bastante contra las posibles usurpaciones de la mujer.”





“Los trajes no han sido empleados en su origen más que como adorno o para preservarse del frío. Los masayos se avergonzarían de ocultar su pene y encuentran muy decente el enseñarlo. Otros salvajes revisten solamente el glande de una pequeña caperuza; se ocultan para orinar, pero se creen en traje de etiqueta luego que han
vestido el glande.”










Moneytalks


Same Old Story (Reloaded)


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